Ubud, la "auténtica" Bali
Tras conocer la parte de Bali más surferita y superficial del sur, nos encaminamos hacia el pueblo de Ubud casi en el centro de la isla. Aunque siga siendo un buen lugar para conocer el patrimonio hindú de la isla, podemos confirmar que aquí también el turismo lo ha inundado todo... Era de esperar ya que es uno de los principales destinos turísticos, pero el llegar y ver las abarrotadísimas calles llenas de tiendas y los insistentes taxistas ofreciendo transporte sin descanso desmoraliza un poco!!
Ubud se ha convertido en una mini-ciudad, si bien es cierto que las casitas de una planta le siguen dando ese aspecto de pueblo tan lindo. Los lugareños describen perfectamente como la calle más concurrida del lugar, Monkey Forest Road, era simplemente un camino entre arrozales hace unos veinte años. Hoy, las tiendas de souvenirs y artesanía local, bares y restaurantes lo atestan todo ante los ríos de turistas que pasean por ella cada día. ¡Y aquí nos sumamos nosotros! 😉
Nada más llegar, buscamos el hostal más económico de la zona céntrica (nos gusta eso de estar en el meollo) y nos contentamos con pagar las 200mil rupias por noche con el desayuno incluido (16€, nuestro presupuesto se resentía por momentos...). Acto seguido, comenzamos a pasear por las calles para ojear los templos de la zona, sorprendernos por la ingente cantidad de tiendas de cuadros, disfrutar de otras galerías con piezas más auténticas, entrar en alguna tienda más de surferitos (hay outlets por todos lados...) y comprobar la escasez de lugares económicos para comer!! Aunque en uno de estos restaurantes tuvimos la suerte de descubrir un plato típico, el chicken satay (pollo con salsa de cacahuete) en el que estamos casi basando nuestra alimentación de estos días, jijijiji También hay que mencionar que Ubud es un buen lugar para hacer cursos de arte, artesanía, cocina o música y danza. En cierta forma, nos recordó un poco a nuestro querido Chiang Mai (Tailandia).
Para organizarnos un poco, decidimos realizar una caminata al día siguiente por los pueblos de alrededor y contratar una excursión para ver puntos de interés por zonas más alejadas para el día posterior. La caminata fue bastante bonita, aunque no llegamos a completar los 10km previstos ya que como es normal en el plano no se ven las incesantes subidas y bajadas que había que hacer por las montañas de los alrededores. Aaaix, que cansancio!! Como siempre, salimos a media mañana para aprovechar bien el sol del mediodía... 😉 El paseo por el pueblo Pejeng nos permitió disfrutar de preciosas vistas de los arrozales, la tranquilidad de los pueblos ajenos al frenesí de Ubud y de los templos que nos encontramos por el camino. Por aquí sí que fue una delicia sentirse fuera de lugar entre los lugareños que preparaban decoraciones hechas con hojas de palma, los niños que confeccionaban cometas enormes (de más de dos metros de largo!!) y los trabajadores que plantaban sin cesar las plantitas de arroz en los arrozales. A la vuelta, cuando ya llevábamos un largo trecho recorrido por el borde de una carretera con tráfico horrible, decidimos subirnos a uno de los incesantes bemos (minibus) que pasaban para volver al centro y obviar así los kilómetros pendientes... (Bajo mi petición, sí...)
Descansados de la caminata, al día siguiente agradecimos la comodidad y aire acondicionado del coche en el que dimos vueltas todo el día! A primera hora nos dirigimos a un teatro en el que representaban la danza típica de la zona, el Barong dance (no es el último grito de las discos...). Igual que la danza Katakhali que vimos en Fort Kochi (Índia), la trama narra la lucha enterna entre el bien (representado aquí por el animal mitológico llamado Barong) y el mal (con el monstruo llamado Rangda). La representación también está acompañada de bailarinas que presentan el típico baile balinés. Después de la función, nos dirigimos a una fábrica de joyería de plata que resultó ser simplemente una gran tienda con un par de señoras en la entrada que explicaban en 5 minutos cómo confeccionaban las joyas... Rápidamente salimos de allí para dejarnos conducir hasta uno de los muchos volcanes que hay en Indonesia, el monte Batur. No fuimos exactamente hasta el volcan, claro, simplemente a un mirador que hay cerca para contemplarlo, junto a los kilómetros de lava que todavía se ven perfectamente de la última erupción (en los años 50) y el precioso lago que se extiende a sus piés. Las fotos no hacen mucha justicia gracias a los grandes nubarrones que ocultaron la vista justito cuando bajamos del coche!!
Después de esto, nos dirigimos a una plantación de café, bebida muy conocida y valorada en el país. Más que la plantación de café, nos dedicamos a conocer el "proceso de fabricación" del café más caro del mundo, el Kopi Luwak. Y aquí el proceso de fabricación: hay un animal bastante simpático llamado Luwak (nombre científico, Paradoxus, jijijiji) que se dedica a comer la fruta del café, la baya roja, de mayor calidad de la zona. Tras el proceso de digestión normal expulsa los granos de café y los encargados de las plantaciones recogen estos preciados regalos del animal. Tras lavarlos bien, tuestan los granos y así tenemos el famoso café! Interesante, verdad? 😉 Aparte del Kopi Luwak, hacen muchos tipos de café, que tuvimos el gusto de saborear: el café de bali (el normalito), ginger coffee (para la salud de la garganta), ginseng coffee (un chute con 70% ginseng), café de arroz, café de fruta, chocolate, etc. Y por supuesto probamos el famoso Kopi Lwuak (4€ la tacita, se ve que en Australia la venden a 50 dólares!). Según nosotros estaba bastante rico, pero no somos para nada tan sibaritas como para apreciarlo!!!
Tras el subidón de cafeína, fuimos a comer un Mie Goreng (fideos fritos) en un puestito de calle y a por la siguiente visita, el Tirta Empul. Este se trata de un templo muy venerado en la zona gracias a su fuente sagrada. Según la inscripción, la fuente data del año 926 y la costumbre es darse un chapuzón en sus aguas para conseguir un poco de buena suerte. Nosotros nos conformamos con remojarmos las nucas, pero indonesios y turistas hacian cola sin dudarlo! Ya por último, visitamos el Gunung Kawi, que es un grupo de santuarios de piedra excavados en los márgenes del valle del río que pasa por allí. Una zona muy bonita y recomendable 😊
Además de todas estas visitas, pudimos aprovechar que nuestro conductor Ray nos explicó durante todo el día costumbres del lugar (para fomentar la limpieza de los pueblos y la salud de sus habitantes, cada año Bali otorga un premio al pueblo más bonito, buena iniciativa, verdad?) y contestó a nuestras muchas preguntas ("¿pero cúantos dioses tenéis??" la respuesta no fue clara, creí entender que solo tienen uno y varios señores que son la representación del dios mismo, y en paralelo rezan cada día por todo lo que tienen al dios de la tierra, al dios de las casas, etc.) En fin, un día muy provechoso!
En la próxima os contamos de unas islas llamadas Gili en las que solo circulan bicicletas y carros tirados por mini-caballos 😉