Sabang, geniales fondos marinos de Filipinas!!
Filipinas, cuánto para descubrir... Aunque algunas cosas no! Sabíais que aquí cuentan con los números en castellano? Y que para bajar de un jeepney (minibus) gritan "para!"? Nosotros no teníamos ni idea y nos ha resultado muy divertido llegar a Manila y encontrar que las calles se llaman Pedro Gil Street, Remedios, San Pedro o Felipe Agoncillo. Y qué decir de la España Boulevard, que es un gran avenida en la que todas las calles perpendiculares se llaman Extremadura, Galicia, Dos Castillas, Don Quijote, etc. Debe de ser que extraño el hogar y cada uno de estos nombres me hacen sonreír! Aunque se podrían haber ahorrado algunos nombres como Bonifacio que todavía se escucha por aquí... También hay alguien llamado José Pajarillo, juas juas, me encanta!!!
Pero vamos al principio... Tras la dolorosa despedida de Gili Air (snif, snif) volamos hasta Singapur, para coger al día siguiente otro vuelo hasta Manila. Todavía no podemos calificar si la vuelta fue una locura o no, pero era lo más barato 😉 Nada más salir de Singapur ya constatamos que la época de lluvias filipina no se anda con tonterías... Tranquilamente el piloto del avión avisó de que íbamos a cruzar un tifón, así que nada de asustarse por las turbulencias... ¿¿Cómor?? ¿¿Y se queda tan ancho?? Pozí, y la verdad que con el cansancio acumulado pasamos las horas de vuelo durmiendo y no nos enteramos de nada! Pero al llegar a tierra firme en Manila ya fue otra cosa, aunque el tifón había pasado quedaban los "restos". Una vez en el hostal pudimos ver como de una tarde nubladilla pasábamos a un vientecillo ligero que en cuestión de un minuto de reloj desembocó en una tormenta de primera... Si eso sólo eran los restos del pasado tifón, no quiero encararme con uno en mi vida!! Y por ahora así ha sido, aunque las tormentas diarias solo nos han perdonado un par de días 😊
Para sofocar el "mono" de playa (3 días sin tocar la arena es mucho...) al día siguiente partimos hacia Puerto Galera, en la isla de Mindoro, al sur de Manila. Nada más salir de la capital en autobús pudimos comenzar a disfrutar del verde de este país, sus montañas, arrozales y cebús (muy pachorros por cierto). Para llegar a Mindoro hay que coger un ferry y no sabíamos nosotros lo mucho que el ferry número 469742 del viaje nos iba a sorprender... (Ya vas con la confianza, sabes? Pues no, no te fíes nunca!) Porque aunque seamos ya unos expertos de coger ferrys en todas sus variantes (directamente desde el puerto con una escalera, tabla o a saltos varios, desde la playa caminando los metros que haga falta con las mochilas a cuestas y el pavor de caer al agua con todo el equipo a flor de piel, con un botecito intermedio que te acerque desde la playa al ferry, etc. etc. etc.) definitivamente no estábamos preparados para el oleaje de los mares de Filipinas tras un tifón... Mamita que miedo!!! Y en estos momentos es cuándo te acuerdas de que en la guía has leído una recomendación sobre los ferrys, si los ves muy llenos de gente o con oleaje muy fuerte aplaza el viaje... Pero piensas, si ellos (que son los expertos) van pues... Con un par!
Y nada, tras un par de remojones por las olas y toda la concentración del mundo para no marearnos en exceso (quién nos mandaría comernos aquella pizza!) llegamos al puerto de Sabang, el pueblo de Puerto Galera dónde decidimos quedarnos. Más en concreto, la Big La Laguna (aquí también hay spanglish, habéis visto?) que está a un paseo de 10 minutos desde Sabang. Nos alojamos en un hotel bastante majo, y allí pasamos unos 3 días viendo llover desde la terraza cubierta que tienen... Menos mal del billar y la cerveza barata (primer destino del viaje con la bebida dorada a precio asequible!!), aunque también hubo tiempo para ver la tele, leer, etc. Sí, no todos los días son de aventuras sin fin 😉
Al cuarto día vimos que no estaba tan nublado como los anteriores, así que corriendo corriendo nos fuimos a hacer submarinismo. Y es que los fondos de este lugar están declarados Reserva Marina por las Naciones Unidas gracias a la riqueza de sus aguas y diversidad de especies que habitan en estos arrecifes. Pero ojo, que las corrientes marinas son de lo más animadas!! Menos mal que el guía parecía paciente, porque la verdad que daba un poco de pena ver como intentábamos evitar que las corrientes nos llevaran con velocidad para poder disfrutar poco a poco de las maravillas que allí abajo vimos... Jajaja, no había manera!! Pero de todos modos disfrutamos muchísimo viendo más peces extraños, corales enoooormes y súper coloridos... Y tuvimos que volver a comprobar que estábamos fuera de presupuesto para no apuntarnos a unas cuantas inmersiones más!!!
Cómo veréis Italo está perfeccionando la técnica fotográfica bajo el mar 😉