Fort Kochi, primer remanso de paz
Después de nuestras ajetreadas andanzas por el norte de India, un maravilloso vuelo de unas 5 horas nos llevó hasta Kochi, un paraje al sur de la India, lleno de palmeras, rios y lagos, decidimos alojarnos en Fort Kochi, una de las islas de esta ciudad.
Después de una hora de taxi, en el que casi creímos morir (primero invaden la calzada opuesta y después pitan para que los que vienen en la dirección correcta, se aparten), llegamos a esta ciudad histórica, donde las cabras son mayoría frente a los rickshaws (mototaxi en peruano). Al llegar, Ana decidió "probar suerte" en un hotel a ver si habían habitaciones de mas o menos el presupuesto que siempre buscamos (400-600 rupias), y el conserje nos contestó con una risa amable al escuchar nuestra contraoferta por una habitación que valía 6000 rupias... jeje, se puede negociar, pero no tanto! Finalmente fuimos al Princess Inn, un agradable hostal donde empezamos a vislumbrar el remanso de paz al que habíamos llegado cuando el encargado del hostal nos dijo "first relax and then you can come to check in!" (primero relajaros y después pueden venir a hacer el check in)... gracias!!!
Tras una buena ducha, pudimos disfrutar nuestra primera cena en una terraza, justo enfrente del hostal, mientras nos quedabamos embobados con la belleza del sitio y los parlanchines parecían haberse escondido bajo las piedras.
Al día siguiente ocurrío el GRAN desayuno que comentabamos en nuestro post anterior. Kashi art café, recomendado por nuestro amable encargado del hostal es un café creado por un italiano y una holandesa (o viceversa) que saben lo que nos gusta, una buena atención, pero sobretodo, muy buena comida e un ambiente fresco y relajado, con música indian-chill, como también de Queen 😀 Tras el magnífico desayuno, nos dedicamos a hacer la TAN necesaria colada y después, de otra ducha, simplemente empezamos a relajarnos, dedicandonos a recorrer la ciudad y a ver la puesta de Sol cerca de las redes de pesca chinas, muy típicas de la zona.
El miércoles decidimos coger un ferry a la isla de Vypeen y un autobus local, que tras una hora de trayecto, nos llevó a la playa de Cherai, descrita por el Lonely Planet como "preciosa playa de arena blanca practicamente virgen, probablemente el secreto mejor guardado de Kochi"... Mentira... no vale rellenar páginas con descripciones rimbombantes, el tute que nos pegamos no mereció la pena, ya que lo único que encontramos fue una playa de Castelldefels (Barcelona) pero con "simpatiquísimos" indian-voayeurs que no dejaban de babear frente a los bikinis de las turistas (aunque también pasa en cualquier sitio por unos simples shorts). Tras los bañitos de rigor y una agradable vuelta en compañía de unas chicas alemanas, decidímos dedicar la tarde a conocer un poco uno de las artes tradicionales de Kerala, el Kathakali. Se trata de un teatro-danza mediantes las cuales los actores, acompañados por un cantante y el son de los tambores, interpretan historias épicas hindúes. Nos encantó porque pudimos observar 3 partes importantes de la obra. En la primera parte pudimos observar el maquillaje, cómo se iban pintando cada uno y posteriormente, cómo uno de ellos realizaba los retoques mas laboriosos. En la segunda, recibimos una detallada explicación de los tintes que utilizan (todos naturales), como también el de los gestos y expresiones más comunes dentro de la danza hindú, gracias a ello pudimos apreciar mejor la tercera parte de la obra, que es la representación, donde una imagen vale mas que mil palabras.
El siguiente día fue uno de esos días tontos en la India, en el que te levantas a las 7 de la mañana, para coger el tren de las 9:50 y que supuestamente te lleve a Kollam en un par de horas, pero que finalmente terminas el periplo a las 5 de la tarde... Lo mejor de esto es llegar a Kollam, que por cierto, el calor se va haciendo mayor cuanto mas al sur, y encontrarte una ciudad bastante fea, pequeña y caótica... además, nuestra parada en este pueblo era debido a un paseo que queríamos realizar en los famosísimos backwaters, ríos, de Kerala, atraves de los pueblitos alrededor de él. Pero descubrímos que al día siguiente, el que queríamos realizarlo, o sea el viernes, iba a haber huelga general por lo que tanto rickshaws, buses, taxis y tiendas, permanecerían cerrados todo el día. Esto nos llevó a "hacer un pensamiento" e irnos en tren a Varkala, idilico paraje del que estamos escribiendo estas palabras y del cual comentaremos más adelante... pero les dejamos una intro de nuestro primer paraíso playero.