Bangalore, Anjuna, Palolem y tiro porque me toca

Tres sitios distintos que nos regalaron un detalle cada uno.

A Bangalore llegamos desde Varkala después de 15 horas de autobús, ya que no habían trenes disponibles. Por suerte, el bus fue muy cómodo y pudimos descansar en el trayeto, aunque se notó el cansancio más adelante.

Llegamos alrededor de las 9 de la mañana a la estación de buses, donde dejamos las mochilas y nos dirijimos al centro de la ciudad a pasar el día. He de decir que Bangalore es una ciudad con muy poco encanto y casi nada para hacer, especialmente si quieres matar las 12 horas que nos separaban del siguiente bus 😊

Dimos algunas vueltas por un parque donde recibimos el primer detalle, unos hermanos cachorritos que echaban una siesta y una gran familia de monos, mientras paseaban con sus pequeñas crías abrazadas a la barriga de sus madres y ellas iban pasando o comiendo, nos alegraron el día.

Cachorritos de siesta

Fue bastante entretenido porque no habíamos tenido la oportunidad de verlos de cerca hasta este entonces. (a los monos...)

Lo único que nos quedaba por hacer en Bangalore, antes de matar el tiempo en un Subway y en un bar tomándonos unas birras, era visitar lo visitable, es decir, un par de sitios, el palacio de Tipu y el templo que se encontraba cerca a él.

Palacio de Tipu

Templo

Después de un larguísimo día, nos dirijimos a la estación de buses para coger el siguiente con dirección a Goa. Esta vez el bus no iba a ser tan cómodo con el anterior e ibamos a encontrar más tráfico que en el primero, por lo que las 11 horas de viaje se transformaron en 16. Vaya salud pal cuerpo. En el bus decidimos ir directamente a Panjim, donde cogeríamos otro bus hacia el norte, concretamente a Anjuna. Esta vez un taxista nos ofreció un precio que encontramos bien y nos llevó más comodamente a nuestro destino.

En Anjuna nos vino todo el malhumor y cansancio debido al largo viaje de, prácticamente, 3 dias y 2 noches en bus. Después de buscar un hostal, comimos y nos pegamos una merecida siesta para aminorar el dolor de cabeza y descansar el cuerpo.

Recién el segundo día pudimos disfrutar de la playa, un poco más alejada, para evitar las corrientes y rocas; y donde tuvimos un segundo detalle, una familia vacuna que decidió pasar el día en la playa y comer la comida de los desprevenidos turistas. A algunos les robaron sus pedazos de sandía que llevaban en la mano, mientras que otros simplemente, por miedo, se los tiraban para que no se les acercaran. Finalmente, terminaron pasando la tarde en la playa, tomando el sol 😉

Toro tomando el sol

Al día siguiente cogimos LOS buses hacia Palolem, ya que decidimos ir directamente al sur y pasar del agobiante centro de Goa. Digo "los" ya que fueron 3 buses que tuvimos que coger para llegar a Palolem. El último de ellos (el más largo) fue el más entretenido, conocimos a un indio muy amable llamado Albert que trabajaba como técnico en la Siemens con el que tuvimos una grata conversación y le leyó la mano a Ana, más por tocarla que por ganas de hacerlo... warros jeje

Y por fin llegamos a Palolem. Háganse una idea de todo el trayecto desde Varkala a Palolem, incluídos los buses que iban mas llenos que el metro de Tokio y que derrepente lleguen a este sitio:

Playa de Palolem

Así fue como encontramos nuestro tercer detalle, el relax. Palolem es básicamente la playa, todo gira en torno a ella. Hay muchos chiringuitos a lo largo de la playa y todo lleno de palmeras...

Aunque algo de ciudad y cosas curiosas tiene, como el perro-gato que encontramos buscando el cajero.

El perro-gato

Así que desde esta hermosa playa, limpia y de arena blanca, nos despedimos hasta nuestro siguiente post que contaremos nuestra siguiente y fugaz estadía en Mumbai y posteriormente nuestro viaje a Singapur, este domingo.

Un abrazo y ya saben que desde estos links pueden ver las demás fotitos:

Italo
Barcelona, España
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